En mi casa habia un Roble. Un arbol Roble. Era bonito y hasta cierto punto espectacular. Nos habia albergado cuando niños, nos vio crecer. Vio nuestras fechorias y muchas veces se pregunto porque eramos asi, otras nos siguio el juego nos permitio jugar con el. Los papas se fueron lejos de casa, los hijos se quedaron de fiesta, se hicieron rebeldes y revoltosos. Libertinos. Pero el roble siguio ahi. Despues los hijos empezaron a tomar y con el alcohol vinieron las drogas y con las drogas; la prostitucion. La Prostitucion del propio cuerpo a esos vicios tan vacios, que ni llenan ni ayudan pero como envenenan. Entonces ahora alrededor del Roble, el otrora compañero de juegos y diversion, los niños vomitaron, los niños orinaron, los niños se drogaron. El arbol se seco. Acepto el hecho de que los niños le inyectaran la vitamina T (tonayan, tequila y todo lo que tenga alcohol) lo estaba matando. Pero no hizo nada, no sacudio sus ramas, no se busco nuevos pajaros para sus nidos. Nada. Y murio. Los niños lloraron como nunca. Inundaron la jardinera donde estaba. Pero esa agua no era suficiente. El arbol no revive. El arbol muere y ya. No podia respirar tenia humo de cigarro en las hojas. El alcohol le tapaba las raices. El olor de la marihuana le espanto los pajaros. Hoy me pregunto que seria del Roble si no hubiera pasado eso. Si alguien lo hubiera cuidado. Si alguien le hubiera dicho que algo le estaba pasando. Si el mismo se hubiera dado cuenta de lo que le pasaba.